En un mundo que evoluciona rápidamente hacia un nuevo orden económico, la creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) por parte de los países BRICS+ marca un hito significativo. Este desarrollo simboliza la emergencia de nuevas potencias en el escenario mundial y plantea un desafío directo a las instituciones financieras tradicionales.
Según Dilma Rousseff, presidenta del NBD, se espera que los países miembros del BRICS+ superen al G7 en términos de contribución al PIB mundial en los próximos cuatro años. Este pronóstico, anunciado en la Cumbre Mundial de Gobiernos en Dubai, destaca un aumento en la participación del grupo BRICS del 35% actual a 40% en 2028, en contraste con una disminución proyectada para el G7 hasta el 27.8%.
Este banco, con sede en Shanghái y un capital autorizado de 100 mil millones de dólares, emerge como una alternativa a las instituciones dominadas por Occidente. Desde su creación, junto con el Acuerdo de Reservas de Contingencia, el NBD ha desempeñado un papel crucial en el apoyo financiero a sus países miembros, especialmente en tiempos de dificultades financieras.
Con 98 proyectos aprobados y una cartera de 33 mil millones de dólares, el NBD enfoca un 40% de sus préstamos en proyectos relacionados con el clima. Este enfoque demuestra un compromiso con la sostenibilidad ambiental, equilibrando el crecimiento económico con la protección del medio ambiente, pero que contrasta con el enfoque de la agenda verde occidental, que supone en desafío para la mayor parte de las pymes del mundo occidental.
La reciente expansión del NBD, incluyendo nuevos miembros como Egipto, Bangladés y los Emiratos Árabes Unidos, junto con 15 solicitudes adicionales de membresía, entre otras, Venezuela, subraya su creciente influencia. La incorporación de estos miembros, muchos de los cuales son importantes productores de petróleo, augura un aumento significativo en el capital disponible y promueve un importante desarrollo económico dentro del bloque.
A diferencia del FMI y el Banco Mundial, el NBD ofrece apoyo a través de una variedad de instrumentos financieros sin imponer condiciones políticas o económicas restrictivas. Su estructura de gobernanza garantiza que cada miembro fundador tenga un voto igualitario, promoviendo un enfoque más equitativo y democrático en la toma de decisiones.
Por otro lado, la estrategia del NBD de promover la desdolarización y el financiamiento en monedas locales, supone además un paso audaz hacia la independencia financiera de sus miembros. En un mundo donde las instituciones financieras occidentales han dominado durante largo tiempo, el NBD representa una alternativa sostenible que podría acelerar la transición hacia un orden multipolar más equitativo, representando el impulso de los BRICS+ hacia una mayor prominencia en la economía mundial, que restaría liderazgo a las economías occidentales.